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P. Randi Recalde, mccj

 

Pangoa, Perú

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Fotos: Jorge Decelis y Matiusz Szybka

     

Publicada: 30-09-2013

 

Filipinas en Perú

 

El sacerdote comboniano Randi Recalde nació el 2 de junio de 1974 en la ciudad de Calamba, en Filipinas, país insular del sureste asiático que fue colonia española. Desde Perú, lugar donde ahora realiza su labor misionera, nos reseña su trayectoria y actividad.

 

Ingresé al postulantado a los 24 años de edad, después de realizar mis estudios correspondientes hice mis primeros votos el 19 de mayo de 2003. Luego me enviaron a Sudáfrica a estudiar la Teología y regresé a Filipinas para mi ordenación sacerdotal, que fue el 26 de enero de 2008. Inmediatamente trabajé en mi país en la promoción vocacional durante dos años. Visité muchas islas para encontrarme con los jóvenes filipinos que tenían la inquietud de ser misioneros.

En julio de 2011 llegué Perú, primero para aprender español con una profesora y un estudiante de Teología. Luego fui a la parroquia de Chorrillos y en julio del año pasado arribé a Pangoa, misión comboniana ubicada en el Departamento de Junín, en Selva Central, región de la amazonía peruana.

Aquí apoyo al párroco en todo el trabajo pastoral, tanto en la sede parroquial como en otras comunidades de la zona. Este año empezamos con un nuevo grupo de jóvenes y también trabajamos en la promoción vocacional.

Para mí, la experiencia misionera en tres continentes (Asia, África y América) ha sido muy enriquecedora. Además de mi cultura, conocer otras tan distantes es un don de Dios. Por ejemplo, en Sudáfrica tuve contacto con la cultura zulú.

En Perú, mi primera experiencia de misión como sacerdote, he visto cómo se expresa de manera especial la fe de este pueblo peruano en procesiones y fiestas patronales como las del Señor de los Milagros o la de Cruz de Mayo. Es una vivencia de fe que tiene muchas expresiones y que también se viven en Filipinas con costumbres muy parecidas, ya que fue colonia española durante 300 años. Hasta el clima de mi tierra natal, que es tropical, es parecido al de aquí, por lo que no he tenido problema para acostumbrarme a esta selva tropical peruana.

Deseo compartir en estas tierras americanas mi fe como filipino, con serenidad y alegría. Aquí en la Selva Central trabajo principalmente con los asháninkas y nomatsiguengas, dos etnias amazónicas que habitan las inmediaciones de las cuencas del río Urubamba y sus afluentes. Orgullosos de su cultura y gran sentido de libertad, los asháninkas habitaban otras zonas donde combatieron la explotación maderera desde 1980, principalmente contra colonos provenientes de los Andes peruanos, pero la etnia se vio forzada a migrar hacia la zona de los nomatsiguengas debido a la violencia política y a los intereses económicos para extraer recursos naturales en sus antiguos territorios.

Los asháninkas viven en zonas más alejadas, incluso algunas comunidades permanecen cerradas al contacto con otras personas, mientras que los nomatsiguengas son un poco más abiertos. Para trasladarnos a muchas regiones utilizamos lanchas sobre los cursos de los ríos; ahora ya estoy acostumbrado, pero la primera vez que iba a Puerto Porvenir (a cuatro horas de distancia de la parroquia) me inquieté al pasar un sitio donde el río tiene muchos remolinos llamado «El Paso del Diablo», pero con fe, cualquier paso es sencillo.

Estoy contento de estar en este lugar de misión. Aunque aquí la Iglesia fue fundada hace más de 35 años, casi estamos empezando de nuevo, debido a que por algunos años la parroquia estuvo abandonada y ahora los misioneros la estamos «re-fundando»; podríamos decir que es un lugar de primera evangelización. Les pido una oración por esta gente y por nosotros.

 

Por: Fernando DE LUCIO

 

Audio: Redacción

 

 

 

 

 

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